viernes, 12 de julio de 2013

El caso.

El 14 de marzo de 1997 todos los encabezados de los diarios hablaban sobre el terrible desenlace del caso “Camilo Villanueva”, ocurrido el día anterior. Desde mi niñez siempre estuvo esta rara sensación dentro de mí, fue la que me obligo a terminar así, me obligo a convertirme en lo que fui. Recuerdo que era un niño común, iba al colegio, tenía amigos, jugaba al futbol, disfrutaba de mi familia, lo que más recuerdo fue el día que todo cambió, 13 de marzo de 1984, un día como cualquier otro volvía del entrenamiento y ya muy cerca de casa, lo vi; tan idéntico, tan feliz y campante. Nos vimos, se sonrió y siguió caminando como si nada hubiera pasado, pero esa “nada” para mi cambio todo. Sentí el retumbar de mi cabeza contra el piso. Me levante, me volvió el aire al cuerpo y continúe mi camino a casa. Desde ese mismo instante mi personalidad cambio, ya no más colegio, ya no más amigos, ya no más nada. A partir de entonces comenzaron las alucinaciones, los médicos, las muchas clínicas, las largas noches en vela. Mi padre, un reconocido senador, no podía soportar la idea de que un hijo suyo fuera esquizofrénico y mucho menos que los medios dieran a conocer la noticia. Primero fue mi papá, después mamá y mis hermanos, así fue como al llegar a los 18 años estaba solo y era responsable de mí mismo. Con dinero que mi padre me dio, para que me alejara de su vida, conseguí un departamento en un barrio tranquilo y por 2 años viví allí sin moverme muy por fuera de lo cotidiano, de lo conocido. Algunos días eran peores que otros; Algunos días lo veía en todos lados y otros solo una o dos veces, pero podía manejarlo solo, o eso creía yo. La rutina era siempre igual, tomar todos mis medicamentos sin falta y si me cruzaba a “Calco”, así lo llamaba yo, cerraba los ojos con todas mis fuerzas, seguía caminando y repetía una y otra vez “basta él no está ahí, él no está ahí” hasta que sentía que esas palabras lo borraban de mi mente, lo borraban de la realidad. Supongo que en el fondo sabía que no lo borraba, que él seguía ahí acechándome, en alguna parte. El último y peor día comenzó a las 5 de la mañana cuando me levante de una pesadilla, desde la ventana abierta de mi cuarto entraba la lluvia y las luces del relampagueo. Podía sentir el retumbar de cada estruendo en mi cabeza. Corrí a cerrar la ventana y luego la puerta de entrada, estaba seguro de que la había cerrado porque lo había comprobado ocho veces como usualmente hacía. Me dirigí al cuarto donde él me esperaba, no lo mire. Salí del cuarto hacía el baño donde se escondió detrás de la puerta, le grite pero solo se echó a reír. Me tire en la alfombra del living exhausto, cuando conseguí distinguir lo que había a mi alrededor me encontré en medio de un mar de fotos y álbumes familiares que mi padre me había dado cuando se deshizo de mí. Las tome de a puñados, con odio. En una me reconocí con 12 años y algo en el fondo de la foto me llamo la atención, la examine detenidamente y me volví a reconocer, lo volví a reconocer. Era el, en todas y cada una de las fotos, en el fondo, pasando por delante, casi irreconocible en la lejanía. Él se robó mi pasado, mi presente, pero no voy a permitir que se robe mi futuro. 14 de marzo de 1997- La Nación pag. 3: El terrible desenlace del caso “Camilo Villanueva”. Ayer la policía encontró el cuerpo sin vida del joven Camilo Villanueva, los médicos forenses deducen, por el estado del departamento donde hallaron el cuerpo, que tuvo otro fuerte ataque de esquizofrenia. Fuentes policiales indican que el joven se habría suicidado entre las 6 y 6:30 de la mañana, por ahorcamiento. La familia se niega a dar declaraciones (…). Sofía Ricotta, Morena Castrilli.

1 comentario:

  1. El relato no cumple con la consigna, ya que no es un relato fantástico: al introducir la alteración mental como posibilidad, reforzada por el "diagnóstico" de esquizofrenia, dan una explicación lógica a los hechos.
    Rever puntuación y construcción de párrafos. También ortografía.
    Nota: 6

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